Ictus – Introducción

El ictus es una enfermedad cerebrovascular que tradicionalmente se ha definido clínicamente como la aparición repentina de una pérdida de la función neurológica focal debida a un infarto o una hemorragia en el cerebro, la retina o la médula espinal. Más recientemente, esta definición ha sido revisada para incluir criterios temporales, de imagen y patológicos, para distinguirlo del ataque isquémico transitorio (AIT). El «ictus» en sí mismo abarca un grupo heterogéneo de afecciones. Entre ellos, el ictus isquémico es el más frecuente, ya que representa el 86% de los casos.

El ictus afecta a 13,7 millones de personas al año en el mundo y es la segunda causa de muerte, con 5,5 millones de fallecimientos al año, según los datos del Global Burden of Disease 1990-2016. Se estima que 1 de cada 4 adultos sufrirá un ictus en su vida y hay más de 80 millones de supervivientes de ictus en todo el mundo. En 2016, 116,4 millones de DALYs (años perdidos ajustados por discapacidad) perdidos a causa del ictus, lo que convierte a esta enfermedad en la segunda causa de DALYs perdidos en todo el mundo. A pesar del descenso de las tasas de incidencia y mortalidad, las cifras absolutas siguen aumentando, debido a que el crecimiento de la población y el envejecimiento dan lugar a un mayor número de personas con ictus.

En la Unión Europea, el ictus también representa la segunda causa de muerte, la primera causa de discapacidad en adultos y la segunda causa de demencia después de la enfermedad de Alzheimer. En 2017, hubo 1,1 millones de accidentes cerebrovasculares en la Unión Europea, 9,5 millones de supervivientes de ictus, 0,4 millones de muertes y 7,0 millones de años de vida ajustados por discapacidad perdidos a causa del accidente cerebrovascular. Para 2047, se estima que habrá 40.000 incidentes de ictus adicionales (+3%) y 2,5 millones de casos prevalentes (+27%).

En España, según datos de 2018 recabados por el  INE (Instituto Nacional de Estadística, 2018), el ictus es la primera causa de mortalidad en mujeres (14.985 muertes en 2018) y la segunda en hombres (11.435 muertes). El estudio IBERICTUS estimó que la tasa de incidencia anual de primer ictus fue de 187/100.000 (IC 95% 169-182), siendo la incidencia en hombres mayor que la de las mujeres (190/100.000 frente a 159/100.000).

A nivel mundial, el 12% de los pacientes con ictus mueren en las primeras 24 horas, el 15% al mes y el 25% al año (el 55% en la hemorragia intracerebral-HIC-) y el 50% a los 5 años (75% en HIC). Alrededor del 40% de los supervivientes de un ictus son discapacitados. Más allá del pronóstico vital, los pacientes con ictus también corren un mayor riesgo de sufrir un mal resultado durante el primer año del suceso, incluida la rehospitalización (33%) recurrente (7-13%; 25% a los 5 años), demencia (7-23%), deterioro cognitivo leve -MCI- (35-47%), depresión (30-50%), y fatiga (35-92%); todos ellos contribuyen a afectar la calidad de vida relacionada con la salud.

En términos de carga socioeconómica, se estima que el ictus consume hasta el 3-4% del gasto sanitario en los países de renta alta. El primer año después del episodio representa el 76% de los costes sanitarios directos, sobre todo los gastos hospitalarios. Se ha publicado que las personas con mayor discapacidad tras el ictus (medida por la escala de Rankin modificada de 3 meses -mRS-) tenían los costes más elevados: los pacientes con una puntuación mRS de 4 tenían 5 veces más costes sanitarios anuales (279.188 USD) que los que tenían una puntuación mRS de 0 (53.578 USD).

A la luz de lo anterior, es urgente una investigación exhaustiva sobre la mejora de los diagnósticos y las estrategias terapéuticas para combatir la epidemia de ictus y sus devastadoras consecuencias a las que se enfrenta nuestra sociedad. La propuesta de estructurar la red RICORS-ICTUS surge de 23 unidades de investigación (de 11 comunidades autónomas) que han dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a generar conocimiento sobre aspectos básicos y clínicos de la enfermedad cerebrovascular en los últimos años, y 9 grupos clínicos asociados que aportaron información adicional en el ámbito sanitario y facilitan la transferencia de resultados de la red. La mayoría de ellos, han estado cooperando en los últimos años a través de las redes anteriores (INVICTUS+, INVICTUS, RENEVAS) demostrando el valor añadido del trabajo coordinado y sinérgico entre diferentes grupos de investigación.